Me encontraba sola en la casa. Papá había salido temprano a comprar cosas para comer me supongo. Aun que me sentía un poco abrumada por la historia que hacia unos cuantos dias me había contado y si bien todavía tenia mis dudas eran increíble que algo así fuera cierto.
En que momento los apellidos Borella y Kostas se volvieron tan importantes. Me levante de la cama y me observe al espejo. Tenia un semblante totalmente diferente, los ojos hinchados los había dejado atrás y las ojeras también, parecía que mi rostro volvía a ser el de aquella chica enamorada hace un par de meses atrás. No podía creer que había pasado tanto tiempo pero sobre todo que me había enterado de tantas cosas. Moria de ganas por ir a Xalapa y ver a Adrián pero el Dr. Borella se resistía a que estuviéramos juntos, si bien este amor entre Adrián y yo había hecho que nuestros padres se volvieran a dirigir la palabra, la única razón que tenia de Adrián era por medio de su padre y aunque mejoraba día con día aun no se encontraba fuera de peligro o al menos eso era lo que el Dr. Borella nos decía, por lo tanto aun no estaba sano, algo que me impedía acércame a él, tenia que sanarlo de forma completa.. Papá ya se había resignado, sabia que si nuestro destino estaba marcado aunque nos separaran el mismo destino nos volvería a unir.
Mientras tantos una tristeza me hundía en lo mas profundo de una soledad y desolación. Me lastimaba pensando en él, en lo que había sido real. Y si bien deseaba que estuviera a mi lado, sabían perfectamente que lo que mas deseaba era su bien, quizás todo lo que el Dr. Borella me había dicho era mentira, tal vez el nunca correría peligro, quizás su enfermedad no era de vida o muerte. El Dr. Borella sabia perfectamente nuestro historia y las cualidades de Adrián así como las mías, así que supo hacer una excelente manipulación mental para que me evitase la necesidad de desear estar con él, sino mas bien el desear simplemente que Adrián se encontrase bien. Y si mis deseos se cumplían, solo deseaba eso, que nunca le pasara nada malo para en algún futuro volver a su lado.
Regrese a mi cuarto y mire mis maletas. Desde que papá había vuelto con ellas no había sacado nada, me la vivía entre mi ropa guardada vieja en casa de papá y me bañaba y arregla solo para no tenerlo con pendiente. Así que me levante y comencé a arreglar mi “semihabitación” todo lo tenia en Xalapa pero por el momento no quería regresar, quería pasar mas dias a lado de papá, independientemente que estando allá seria toda una tortura no poder estar junto a Adrián.
Abrí mi mochila de la escuela y al sacar los libros para tener con que entretenerme ahí estaba aquel relicario que Ángeles me había regalado. No lo había olvidado por completo pero pensé que se había quedado en Xalapa junto con todos aquellos recuerdos de Adrián. Lo tome entre mis manos y las lagrimas comenzaron a rodar por mis mejillas. Seguía aquella foto que la misma Ángeles nos había tomado en nuestro sitio especial, esa foto que ella dijo era perfecta para el relicario, estaba a punto de guardarlo en el cajón, cuando recordé parte del mito que se encontraba en el libro “un objeto que representa su amor”, en ese mismo instante también recordé lo que Ángeles me había dicho al regalármelo que este contenía una historia, una historia que Adrián y yo deberíamos conocer y que ambos dejamos atrás y nunca la investigamos.
Rápidamente me arregle y salí al ciber mas cercano de la casa. Sentada frente a la computadora no sabia como buscar, si solo poner relicarios en el Google o alguna otra cosa. Así que me limite a poner en el buscador “relicarios de familias griegas”. Y de pronto ahí estaba, una foto idéntica al relicario que llevaba en la mano, abrí el link y comencé a leer.
Según contaba la mitología, Afrodita Diosa del Amor, había decidido crear un símbolo para poder demostrarle a Eros su amor eterno, algo que seria para ellos. Con el paso del tiempo y por ordenes de los Titanes del Olimpo los dejaron en manos de las personas que tuviese en su sangre, la sangre de los dioses. Como regalo de bodas en Grecia hacia tiempo les había sido entregados a las familias que descendían de forma directa de ellos. Los Borella y los Kostas, familias que habían sido elegidas por la fuerte amistad que las unía y por su gran respeto a los Dioses del Olimpo. En aquellos tiempos se sabían que los hijos de ambas familias siempre eran bendecidos por dotes importantes de los Dioses. Dotes como el poder de poder mover cosas con tal solo mirarlas, el escuchar cosas a largas distancias, la fuerza extrema, la semimortalidad.
La historia mas importante que marcaba como símbolo el relicario era de la Cassandra y Apolo. Un Dios y una nereida. Algo que se consideraba imposible. Un amor que no debía ser. Precisamente Afrodita al ver la magia que había provocado entre esos dos personajes decidió junto con los Titanes del Olimpo a quien entregar los relicarios, solo las personas elegidas y marcadas por los dioses podían usarlo. Así que la instrucción principal de Zeus al entregarlos a las familias elegidas era que debían ser regalados a los primogénitos, así fueran mujer o varón y el destino haría que a los primogénitos elegidos con los dotes de los dioses el mismo relicario los uniría.
El tiempo paso y de los Kostas y Borella no se volvió a saber de “poderes” otorgados por los Dioses. Sin embargo la amistad de las familias prevaleció, hasta el nacimiento de mi padre y el padre de Adrián. Donde comenzó la rivalidad en familia, la historia que mi padre me había contado. El hecho del por que yo no podría estar con Adrián o mas bien el por que el Dr. Borella había impedido que Adrián y yo estuviésemos juntos.
Sin embargo no entendía como había llegado a manos de la mamá de Ángeles. Quizás el padre de el Dr. Adrián no hizo lo correcto, tal vez se lo regalo a su segunda hija para evitar lo que la leyenda decía. Ellos sabían que en algún momento Adrián y yo nos enamoraríamos, aunque aun no estuviéramos concebidos, el mito de la familia lo decía. Pero aun así faltaba una pieza importante, como había llegado el relicario de la Familia Kostas a manos del padre de Ángeles. Estaba segura que esta duda papá me la resolvería y era tiempo, tal vez el destino había jugado conmigo de nuevo, últimamente gracias a él era como me había enterado de todo.
Volví a poner el relicario en el cuello y regrese a casa. Espere a papá sentada en el comedor. Deseaba intensamente que llegara, quería solucionar esta situación ya, no quería mas secretos ni nada. Si realmente esta Familia era especial como mi padre en su momento me lo había dicho, necesitaba saber todo lo “especial” y la historia de los Kostas, nuestras historia ahora si completa. Por que si esos relicarios decían la verdad, si era cierta su historia, Adrián y yo si estábamos hechos el uno para el otro, cada uno con sus dotes otorgados por los dioses, yo el de poner hacer realidad mis deseos mas importantes y él el de ser la única persona que podía leer mis pensamientos.
Al entrar papá a la casa, se quedo mirando fijamente el relicario, su cara no solo representaba asombro, sino también preocupación. Le mire fijamente y le señale la silla.
-Creo que es hora de saber la historia completa- comencé a desabrocharme el relicario.
-¿Cómo diabl…?-tranquilizo su voz-¿Cómo y por quien llego eso a tu mano?-pregunto.
-Creo que la que debe cuestionar soy yo papá- extendí mi mano y se lo mostré-se supone que siempre debió estar conmigo- lo deje en la mesa.
Sus ojos se llenaron de lagrimas. Lo miro y nuevamente volvió a ver mis ojos.
-Así que los Cota han muerto- dijo con voz entrecortada.
-Tu .. ¿Tu conocías a los padres de Ángeles?- eran inconcebible. ¿Cómo se les había ocurrido tenernos a todos en el mismo país si no querían que supiéramos de nosotros? ¿De que se trataba todo eso? ¿Acaso estábamos pagando nosotros errores de nuestros padres?, solo me limite a mirarlo con odio. Todo este tiempo él lo supo. Y me engaño, nunca dijo la historia completa, de hecho intento muchas veces persuadirme y darme a entender que “ese objeto que simbolizaba nuestro amor” no existía, por lo tanto ese mito no se aplicaba de lleno a Adrián y a mi.. Me encontraba llena de sentimientos encontrados de odio, de tristeza. Comencé a llorar, llorar de enojo, de rabia.
-Tranquilízate Meg-dijo mientras tomaba mi mano-los únicos que realmente creían en el mito eran ellos, Ares y Penélope Cota-
-Estoy preparada para escucharla, si esto es una bomba que explote de una vez- le conteste mientras sollozaba y secaba mis lagrimas que parecía que nunca dejaría de salir.
Al pelearse el Dr. Borella y papá, ambos había llegado a la conclusión de que dicha historia de amor no existía. Si bien desde hacia tiempo eso de los dones de los dioses había dejado de surtir efecto en las familias, en la época que vivimos era imposible creerlo. Así que el que cometió el primer error con ese relicario había sido, tal como lo había imaginado, el padre del Dr. Borella, se lo había entregado a su hija, puesto que el mismo Dr. Borella lo consideraba como una ofensa ya que la mujer que el amaba había muerto. Sin embargo no fue un error del todo, al entregárselo a Penélope, ella misma investigo la historia, una historia que sabia que a ella no le pertenecía pero en la cual creía, sabia perfectamente que si el relicario buscaba a los indicados en algún momento llegaría realmente a ellos. Así que con el paso del tiempo Penélope lo utilizo y siguió en contacto con mi padre, a pesar de la rivalidad familiar que había surgido por los primogénitos.
Cuando mi padre supo que su viejo amigo Ares Cota amaba locamente a Penélope Borella. Decidió hacer una reunión para celebrar dicho amor. En esa reunión mi padre observo que ella llevaba el relicario. Así que en dicha reunión decidió con Penélope que ya que ella llevaba el relicario seria una excelente idea que Ares también lo tuviera. La ocasión en que los padres de Ángeles fallecieron, al amigo que había ido a visitar sus padres era a mi padre. Fueron con el simple fin de decirle que Penélope había tenido el sueño de que ambos morirían en un viaje, sueños premonitorios que comenzó a tener desde que los relicarios entraron a la Familia Cota, sueños que siempre se había cumplido y por ende sabia que el viaje seria ese. Solo fueron a decirle que los relicarios realmente tenían un poder y que ese poder no era para ellos. Que los habían dejado con su hija y solo le avisaban para que no le tomare por sorpresa que el relicario de los Borella quedaría con ellos y que probablemente el relicario de los Kostas volvería a sus manos. Que cuando eso sucedería era por que ese sueño que tuvo Penélope realmente se había hecho realidad.
Mi padre lo tomo como broma y estuvo con ellos, tal como ellos se lo habían pedido a él. Celebrando su amistad. Así que el hecho de ver el relicario de nuevo en la familia, dio a papá la noticia de que el sueño de Penélope había sido realidad y de que realmente contenía un fuerte poder. Que el mito era realmente cierto.
-¿Puedo abrir tu relicario?-pregunto mientras lo jugaba en sus manos. Respondí encogiéndome de hombros. Observo la foto con detenimiento. Sonrío y una lagrima rodó por su mejilla.
-Eres tan hermosa como tu madre-dijo mientras me devolvía el relicario.
-Tu sabes que significa lo que tiene grabado en griego?-le pregunte.
-“El destino nos ha unido para siempre”-me miro y sonrío.
-¿Qué pasara ahora?-pregunte dudosa.
-No lo se pequeña- me miro detenidamente- sabes perfectamente que yo no te estoy reteniendo, tu fuiste la que quiso regresar, la solución esta en ti- respondió mientras miraba el relicario.
-Son demasiadas cosas para una joven de 18 años- moví negando con la cabeza- son demasiadas historias que se han convertido en realidad- suspire.
-¿Lo amas Megara? ¿Realmente lo amas?-pregunto papá
-Tanto padre, como para no desear tenerlo a mi lado, sino simplemente que este bien-dije triste.
-Entonces lucha por su amor pequeña-me sonrío.
Lo mire fijamente y corrí a sus brazos. Mi propio padre estaba renunciando a su hija para poder verla feliz. Creía en el mito. Creía en el poder del relicario y si el creía, yo también lo creía. Nuestro destino siempre había sido el estar juntos y nada ni nadie lo impediría. Por que teníamos con nosotros los dotes de los dioses y el relicario que nos unía para siempre.
-De ustedes depende que los Kostas y los Borella no sigamos siendo unos Montesco y Capuleto- me dio un abrazo y beso mi frente-toma las llaves de la camioneta y ve a Xalapa- lo mire con cara de incredulidad-y por favor, desea con mucha fuerza que esta historia de amor no termine en tragedia-.
Tome la primera maleta de ropa que vi en mi habitación a la mano. Antes de subir a la camioneta me despedí con un fuerte abrazo de él.
-Te marcare en cuanto llegue-le di un beso-todo saldrá bien papá, si nuestro destino ya esta escrito, no debes temer nada, los relicarios regresaron a las manos de quienes deberían haber estado desde un principio.-
Prendí la camioneta y comencé mi camino. Tome mi celular y le marque a Ángeles.
-¿Megara?- contesto sorprendida.
-Ángeles necesito un enorme favor- dije presurosa-Voy de regreso a Xalapa-conteste emocionada-
-¿Qué sucede?-contesto preocupada.
-Te marco en cuanto llegue- corte la llamada.
Helga Schneider - Déjame ir, madre
Hace 10 años
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