15.4.09

Por fin podreis conocer a Grettel, la escritora de EL RELICARIO



Hace unos dias nos pusimos en contacto con la escritora de EL RELICARIO, (esta novela que ha encantado a muchos de nuestros seguidores neofitos), para hacerle unas preguntas:






NOMBRE: Grettel Abigail Villegas Gómez

PAÍS: Xalapa, Veracruz, México


¿QUE FUE PARA TI LA SAGA “CREPUSCULO”?

Que puedo decir. Mis amigos creen que estoy realmente traumada por dichos libros. Soy una chica romántica empedernida así que el hecho de leer esa historia de amor con todas sus cualidades de suspenso me cautivo. Cada libro me dejo una enseñanza de lo fuerte que puede ser el amor pero sobre todo de lo mucho que te pueden llegar las letras y pensamientos sobre ese sentimiento expresado por la autora Stephanie Meyer. La Saga para mi en resumen es la importancia del saber que por mas diferentes que puedan ser las personas mientras el amor las una no existe cosa o razón alguna que pueda separarlas y por que no también me hizo volver a creer en los finales felices y por siempre. Lo agridulce que puede ser el amor cuando se es diferente y la fuerza que uno por amor puede llegar a obtener como persona.

¿CON QUE TE INSPIRASTES A LA HORA DE ESCRIBIR MI RELATO?

Definitivamente en mis historia las cuestiones de “cosas sobrenaturales” por la Saga, esos 4 libros fueron elementales para mi. Aunque al escribir el relato no tenia mucho que había leído “Crepúsculo” así que me supongo que esta muy pero muy basado en ese libro. Me inspire también en canciones que me agradan y en experiencias personales y de personas cercanas y por que no también en pensar en que tal vez en algún lugar en este mundo esta una persona destinada para todos y cada uno de nosotros, que nos complementa y nos llena en todos los aspectos.

¿HABIAS ESCRITO OTRAS HISTORIAS ANTERIORMENTE?

De hecho si, pero “El Relicario” es la mas completa que he hecho, quizás la que he finalizado. Tengo otros que se podrían decir que son cuentos cortos de experiencias personales.


Y desde aqui Grettel, quiero felicitarte por el trabajo que han echo, y me sumo a la peticion de algunos lectores, para que continues con la historia. Si es asi, siempre podras contar con nosotros para publicarla. Un Besazo enorme

2.4.09

Resto de capitulos

Para que veais que bueniiiisima soy, he adelantado el trabajo y a continuacion os he publicado el resto de capitulos de la historia. Ahora os dejo que disfrueis de ella tanto como lo he echo yo,y puesto que voy estar unos dias fuera, no vereis cambios en el blog, pero pronto volvereis a ver cositas nuevas. Pasadlo bien neofitos!!!

Epilogo

Habían pasado exactamente 3 meses después de todo lo trágico de nuestras historia de amor. Adrián y yo habíamos vuelto a ser los inseparables de antes, pero ahora al fin sin ningún secreto.

Mi papá y el Dr. Borella se había reconciliado y al parecer había vuelto a nacer aquella amistad tan valiosa que tenían, ambos supieron dejar sus enojos y prejuicios de lado para poder disfrutar tanto de ellos como del enorme amor que existía entre Adrián y yo.

El la escuela todo había vuelto a ser lo mismo, las presiones por ser de los alumnos que mas cosas se esperaban en el rango académico. Ángeles tenia a un chico a su lado que había ingresado de forma inesperada a la Facultad y que para ser así o mayor la coincidencia venia de intercambio de una Facultad de Medicina de Grecia.

Mi madre había decidió venir a vivir conmigo a Xalapa dadas las circunstancias pasadas y tenia miedo de dejarme sola de nuevo, al parecer su afán por querer conquistar y conocer el mundo estaba dando fin. Aunque papá lo negara se encontraba lleno de alegría el saber que las dos mujeres de sus vidas estaban juntas.

Lo que parecía ser una trágica historia de amor y muerte al fin había vuelto a ser un maravilloso cuento de hadas. Si bien en ocasiones Adrián y yo platicábamos sobre todo lo que entrelazaba nuestra historia de amor, día a día nos sorprendíamos. Ambos habíamos acordando dejar nuestros “dones” de lado y continuar con nuestras vidas como unos adolescentes normales, aunque muy dentro de mi, sabia que cuando mas confundida estaba siempre Leia mis pensamientos y me daba palabras de aliento, sin embargo de vez en cuando le hacia la jugarreta de desear que no pudiera leer mis pensamientos cosa que le frustraba y a veces molestaba.

Gozábamos de un noviazgo como el de cualquiera, salvo que sabíamos que el nuestro seria para siempre.

Una mañana los rayos volvían a iluminar mi rostro. Cuando los abrí me vi recostada en el cuerpo de Adrián. Aquella era la ultima mañana juntos en mi departamento, mamá estaba a punto de mudarse conmigo. Suspire y lo observe tranquilamente. Voltee hacia la ventana y sonreí.
-Yo también te amo- escuche su tierna voz mientras acariciaba mi espalda. Regrese con él y nos abrazamos. Me mordí los labios y desee que el momento quedara para siempre marcado en nuestros pensamientos y corazones. Me envolví entre las sabanas y salí de la habitación a preparar un poco de café. Pensaba en todo y nada. Cuando voltee al comedor estaba parado con una pequeña cajita roja en su mano.
-Siempre lo recordare- sonrío. Mis ojos se agradaron mas de lo normal. Me encontraba sorprendida, nerviosa y feliz. Se hinco ante mi y abrí la pequeña caja –Megara Kosta- me miro fijamente y suspiro –Te amo y quiero pasar contigo el resto de mi vida- alzo la mirada y pudo notar como las lagrimas rodaban por mis mejillas. Sentí el roce frío de el anillo por mi dedo de la mano izquierda y parecía que pequeños calambres inundaban mi cuerpo.
-Lo que el destino y el amor unen- reí mientras observaba como se levantaba –nada los separa- me mordí los labios y lo bese profundamente. Me acerque a su oído y le susurre
-Te Amo tanto- suspire y conteste a su pregunta –acepto, acepto por que desde el primer día que te vi supe que serias mío- una sonrisa picara salio de mi garganta. Me tomo entre sus brazos y me llevo de nuevo a la habitación, viviendo felices nuestro idilio de amor.

Capitulo 14. Reencuentro

Tenia exactamente un día que había llegado a Xalapa. Solo me había limitado a avisarle a mi papá que me encontraba con bien. Después de hablar con Ángeles, me fui directo al hospital donde se encontraba Adrián. Definitivamente no era una mentira del Dr. Borella. Estaba ahí tendido, con miles de tubos alrededor de él, en un cuarto helado.

Me senté en la silla que se encontraba a su lado izquierdo y lo observe. Se veía tan hermoso a pesar de todo pero con un semblante lleno de tristeza. Unas enormes ojeras figuraban bajo sus ojos, sus labios estaban resecos y de un color morado fuerte, su piel se sentía fría y áspera. Lo tome de las manos y comencé a llorar, me acerque a su rostro y bese su frente.
-No me puedes dejar ahora que todo comienza a tomar forma- le dije mientras regresaba a la silla sin soltarle la mano –me ha costado mucho descifrar todo lo que giraba en torno a nuestro pasado- sonreí un poco – si supieras la cantidad de historias que nos rodean-. Baje de nuevo el rostro y solté sus manos. ¿Por qué? ¿Por qué si el destino nos quería juntos se empeñaba en ponernos pruebas de esta magnitud? ¿Por qué si deseaba con tanta fuerza su salud no mejoraba? ¿Acaso con el no funcionaba? ¿Necesitaba enfocar todos mis pensamientos en él? ¿Qué sucedía? Me encontraba llena de ira, no sabia contra quien o contra que pero era una impotencia enorme la que sentía dentro de mi y que me torturaba al ver al amor de mi vida, sin vida. Me era imposible dejar de llorar, quería levantarme y tirar todo, quería encontrarme en el mismo estado que Adrián, que al menos así estuviéramos juntos. Si el se iba, yo me iría con él y nada nos detendría.

Estaba tan sumergida en lo que tenia en mi mente que ni siquiera me había percatado que Ángeles había entrado a la habitación. Acaricio mi cabello y suspiro.
-¿Sabias que era lo que tenia en su mano aquella tarde que le dio su ataque?- hablo Ángeles con una voz llena de paz y tranquilidad. Mi única reacción fue alzar los hombros, realmente no tenia la mas mínima gana de hablar de eso.
-Su relicario- suspiro –desde que se subió al auto aquel día que se despidieron lo colgó en su cuello y en ningún momento se lo quito- volvió a acariciar mi cabello y se dio cuenta que de pronto deje de llorar. Lo observe por todos lados y no lo tenia, voltee a ver a Ángeles con los ojos llenos de duda.
-No lo se- me dijo un poco triste –desde que lo he visto aquí hospitalizado no se lo he visto- se encogió de hombros.
Tome el mió entre mis manos. Intentaba recordar todo lo que sabia de las historias contadas por mi papá, de los dones de ambos, del objeto de nuestro amor y de pronto retumbaron esas palabras en mi mente. Cuando la mamá de Ángeles lo había conservado, le había provocado sus sueños premonitorios, mismo que habían sido trasferidos a la misma Ángeles, quizás necesitaba traerlo consigo para que mi poder de desear se hiciera realidad. Comencé a ponerme tensa y nerviosa. Esa era la razón, necesitábamos traerlo a él y que yo deseara con fuerza su salud. Voltee a ver a Ángeles llena de felicidad.
-Necesita su relicario- le dije alzando un poco la voz.
-Pero- me miro un poco asustada –no tengo la menor idea de donde se encuentre- contesto triste.
-Es su vida Ángeles- le dije un poco molesta –el Dr. Borella debe saberlo- me levante de la silla y me dirigí a la puerta –si realmente le interesa su hijo me dirá donde esta-. Ambas salimos rápidamente de la habitación de Adrián.

Iba de prisa caminando por el pasillo cuando lo vi de frente. Un escalofrío invadió todo mi cuerpo y sin darme cuenta tome con mucha fuerza la mano de Ángeles, si bien moría de miedo también me encontraba mas segura que nunca de estar frente a quien me había arrebatado el amor de mi vida. Sus ojos reflejaban sorpresa y enojo, supongo que lo menos que esperaba era verme en ese hospital, pero el no iba a impedir de nuevo nuestro destino y si realmente ama a su hijo buscaría ese relicario y me lo entregaría, sino podía amenazarlo con dejar de desear la salud de Adrián. De pronto nos encontramos de frente, suspire profundo y espere a que el dijera las primeras palabras:
-Donde quedo el trato- me dijo de forma seria mientras me observaba fijamente. Tenia miedo de bajar la mirada pero no quería demostrarle temor, no ahora, así que mi mirada siguió frente a la suya y conteste un poco temerosa, aunque con la voz firme y segura
-No puedo ayudarle sino tiene el relicario con él- le conteste segura el sabia perfectamente todas y cada una de las historias, supongo que no tendría que preguntar, solo lo asociaría –no he desviado mis deseos, todo esta dirigido a él y al parecer no ha habido ningún cambio-. Ambos nos miramos fijamente. El semblante del Dr. Botella comenzó a cambiar, sus facciones dejaron de verse rígidas para tomar al fin una forma de humano, un rostro sensible. Volteo a ver a Ángeles y le entrego unas llaves
-Búscalo por todo el automóvil- le dijo mientras le entregaba las llaves –fue el ultimo lugar donde estuvo antes de traerlo al hospital-.

No había notado que seguía tomada de la mano de ella, solo de pronto sentí un jalón y pasamos al lado del Dr. Borella. Buscaba por todo el automóvil, comenzaba a darme por vencida y sentarme a llorar como una niña que había perdido su juguete. Me senté en el asiento de atrás, el sol reflejaba en el auto, los últimos dos meses que me había ausentado de Xalapa habían sido suficientes para darle paso a la primavera, si bien se sentía aun el frío el sol daba un calor agradable. Cerré los ojos y me recosté un poco, estaba cansada, estresa y comenzaba a darme por vencida. Tome el relicario entre mis manos y las lagrimas comenzaron a rodar por mis mejillas. ¿Así terminaba todo? ¿Este era realmente el final de mi historia de amor? No podía creerlo, me estaba dando por vencida, estaba resignándome a dejar morir este amor, mi primer y único amor.

Quería comenzar a desear encontrar el relicario, pero no quería desviar los pocos esfuerzos que me quedaban deseando encontrarlo, prefería seguir enfocándome en él. Y de pronto algo comenzó a reflejar mi rostro, una luz un poco fuerte. Entre abrí la mirada y busque lo que me reflejaba y de pronto ahí estaba, entre el tablero y el parabrisas, escondido, me levante rápidamente y me pase al asiento de adelante, Ángeles seguía desesperada revoloteando cosas en la cajuela. Lo tome y seque mis lagrimas.
-Lo encontré Ángeles, lo encontré- grite llena de entusiasmo, Salí del automóvil y corrí hacia el hospital, solo me limite a gritarle a Ángeles que cerrara todo y que no se preocupara. Al llegar al pasillo principal me encontré con el Dr. Botella, lo observe y extendí mi mano. Alzo la mano, tomo la mía y la cerro en forma de puño, rodaron una lagrimas por sus mejillas y beso mi frente.
-Depende de ti Mégara- me sonrió con calma –sálvalo, depende ti, olvida el trato y disfruten su destino- acaricio mi cabello y me cedió el paso.

Entre de nuevo a la habitación. Tome su mano y la abrí con delicadeza, le entregue el relicario, la cerré y tome el mío con la mano que me quedaba libre. Recosté mi cara en la cama y comencé a desear que Adrián estuviera mejor. Tenia mis pensamientos enfocados en otra cosa mas que en él, todo lo que deseaba era que el estuviera bien y que nosotros pudiéramos ser felices para siempre, no me di cuenta en que momento quede profundamente dormida.

Entre sueños pude sentir que una mano acariciaba mi cabello. Levante la mirada y vi que tenia entrelazadas mis manos, bostece y alce el rostro, era la mano de Adrián. Lo observe sorprendida y comencé a llorar. Tenia miles de cosas que decirle y no podía salir ni una sola palabra de mis labios. Me miro y sonrío, se quito la carilla de la boca.
-Te Amo- susurro con la voz un poco ronca
-No hables- le dije con la voz entrecortada –todo va a estar bien- le dije mientras acercaba mi rostro y le besaba la frente-. Nos mirábamos fijamente lo que para mi fue un largo y eterno momento, pro mi mente pasaban miles de cosas, parecía que le narraba lo que había sucedido sin hablar y él solo asentaba con el rostro. Después de un largo rato volvió a hablar
-Así que ya sabes la historia- me dijo con calma
-Si, como es posible que tu la supieras- le sonreí
-El destino- me sonrió.
-Debo avisarle a tu papá- le dije mientras soltaba su mano –esta quizás igual o peor de preocupado que yo por ti- sonreí – aparte debe chocarte el medico- tome su relicario y lo acomode en su cuello, bese sus labios resecos, no me importaba la sensación, solo necesitaba hacerlo, me aleje un poco, lo mire y sonreí de nuevo
-Creo que no existe mejor medicina- me dijo mientras lo observaba.
Salí de la habitación y me acerque al Dr. Borella. Con las miradas nos dijimos todo, corrió a la habitación y yo fui a buscar al Médico para que revisara a Adrián. Ángeles venia entrando al hospital cuando me vio a lo lejos. Me dio un fuerte abrazo y comenzó a llorar de alegría.
-Vine en cuanto pude- me dijo mientras me abrazaba –anoche soñé que estaría bien-. La abrace y me quede en silencio. Estaba llena de felicidad no podía borrar la sonrisa de mi rostro, el amor de mi vida estaba bien, la historia de amor continuaba, no habría mas lagrimas, ni mas peligros, ni por nada que escondernos, todo parecía estar ubicado en el lugar y el momento perfecto.

Si bien moría de ganas de estar con Adrián y no separarme ni un solo momento de él, deje que sus padres y Ángeles estuvieran a su lado, ya lo tendría el resto de mi vida como para permitir que lo compartieran unos momentos sus familiares. Sin embargo sentada en la sala de espera me sentía sola, llena de felicidad pero sola. Me hacia falta mi padre, necesitaba un abrazo de él y decirle lo contenta que estaba de que todo había vuelto a la normalidad, que estaba preparada para regresar a la Facultad y continuar con mi vida. Escuche unos pasos que se acercaban en mi dirección. Me encontraba sentada en el sillón de la sala de espera, con los ojos cerrados y de pronto escuche su voz.
-Pensaste que te dejaría sola en el momento mas feliz de tu vida pequeña- alce la mirada y ahí estaba. Me levante de prisa y lo abrace, mis ojos lloraban como antes pero llenos de felicidad y emoción.
-Mi historia termino entre lagrimas- le dije mientras estaba abrazada a él –pero lagrimas de felicidad papá- sonreí.
-Así que la historia de los Montesco y Capuleto termino- me dijo al oído.
-Termino- susurre mientras seguía aferrada a sus brazos.

El resto del día estuvimos en el Hospital. Chocaron de arriba abajo a Adrián. Era como si aquel virus que lo había atacado desapareciera por arte de magia. Los Kostas y los Borella se hablaba de nuevo. Papá charlo un largo rato con el Dr. Borella, mientras Ángeles y yo le contábamos todas las situaciones que había pasado mientras Adrián se encontraba inconsciente. Mientras Angeles hablaba pude ver por la ventana como papá y el Dr. Borella se abrazaban. Todo terminaba bien. Y mientras observaba la escena pude notar que existían los cuentos de hadas, las historias de felicidad, yo tenia el mío y había terminado como avía querido siendo feliz y por siempre. Note que Adrián me observaba y sonrió
-Por siempre- interrumpió a Ángeles mientras contestaba mis pensamientos. Lo mire y sonreí.
-Desde que te conocí lo desee por siempre- lo mire y continuamos la platica.

Capitulo 13. El Relicario

Me encontraba sola en la casa. Papá había salido temprano a comprar cosas para comer me supongo. Aun que me sentía un poco abrumada por la historia que hacia unos cuantos dias me había contado y si bien todavía tenia mis dudas eran increíble que algo así fuera cierto.

En que momento los apellidos Borella y Kostas se volvieron tan importantes. Me levante de la cama y me observe al espejo. Tenia un semblante totalmente diferente, los ojos hinchados los había dejado atrás y las ojeras también, parecía que mi rostro volvía a ser el de aquella chica enamorada hace un par de meses atrás. No podía creer que había pasado tanto tiempo pero sobre todo que me había enterado de tantas cosas. Moria de ganas por ir a Xalapa y ver a Adrián pero el Dr. Borella se resistía a que estuviéramos juntos, si bien este amor entre Adrián y yo había hecho que nuestros padres se volvieran a dirigir la palabra, la única razón que tenia de Adrián era por medio de su padre y aunque mejoraba día con día aun no se encontraba fuera de peligro o al menos eso era lo que el Dr. Borella nos decía, por lo tanto aun no estaba sano, algo que me impedía acércame a él, tenia que sanarlo de forma completa.. Papá ya se había resignado, sabia que si nuestro destino estaba marcado aunque nos separaran el mismo destino nos volvería a unir.

Mientras tantos una tristeza me hundía en lo mas profundo de una soledad y desolación. Me lastimaba pensando en él, en lo que había sido real. Y si bien deseaba que estuviera a mi lado, sabían perfectamente que lo que mas deseaba era su bien, quizás todo lo que el Dr. Borella me había dicho era mentira, tal vez el nunca correría peligro, quizás su enfermedad no era de vida o muerte. El Dr. Borella sabia perfectamente nuestro historia y las cualidades de Adrián así como las mías, así que supo hacer una excelente manipulación mental para que me evitase la necesidad de desear estar con él, sino mas bien el desear simplemente que Adrián se encontrase bien. Y si mis deseos se cumplían, solo deseaba eso, que nunca le pasara nada malo para en algún futuro volver a su lado.

Regrese a mi cuarto y mire mis maletas. Desde que papá había vuelto con ellas no había sacado nada, me la vivía entre mi ropa guardada vieja en casa de papá y me bañaba y arregla solo para no tenerlo con pendiente. Así que me levante y comencé a arreglar mi “semihabitación” todo lo tenia en Xalapa pero por el momento no quería regresar, quería pasar mas dias a lado de papá, independientemente que estando allá seria toda una tortura no poder estar junto a Adrián.

Abrí mi mochila de la escuela y al sacar los libros para tener con que entretenerme ahí estaba aquel relicario que Ángeles me había regalado. No lo había olvidado por completo pero pensé que se había quedado en Xalapa junto con todos aquellos recuerdos de Adrián. Lo tome entre mis manos y las lagrimas comenzaron a rodar por mis mejillas. Seguía aquella foto que la misma Ángeles nos había tomado en nuestro sitio especial, esa foto que ella dijo era perfecta para el relicario, estaba a punto de guardarlo en el cajón, cuando recordé parte del mito que se encontraba en el libro “un objeto que representa su amor”, en ese mismo instante también recordé lo que Ángeles me había dicho al regalármelo que este contenía una historia, una historia que Adrián y yo deberíamos conocer y que ambos dejamos atrás y nunca la investigamos.

Rápidamente me arregle y salí al ciber mas cercano de la casa. Sentada frente a la computadora no sabia como buscar, si solo poner relicarios en el Google o alguna otra cosa. Así que me limite a poner en el buscador “relicarios de familias griegas”. Y de pronto ahí estaba, una foto idéntica al relicario que llevaba en la mano, abrí el link y comencé a leer.

Según contaba la mitología, Afrodita Diosa del Amor, había decidido crear un símbolo para poder demostrarle a Eros su amor eterno, algo que seria para ellos. Con el paso del tiempo y por ordenes de los Titanes del Olimpo los dejaron en manos de las personas que tuviese en su sangre, la sangre de los dioses. Como regalo de bodas en Grecia hacia tiempo les había sido entregados a las familias que descendían de forma directa de ellos. Los Borella y los Kostas, familias que habían sido elegidas por la fuerte amistad que las unía y por su gran respeto a los Dioses del Olimpo. En aquellos tiempos se sabían que los hijos de ambas familias siempre eran bendecidos por dotes importantes de los Dioses. Dotes como el poder de poder mover cosas con tal solo mirarlas, el escuchar cosas a largas distancias, la fuerza extrema, la semimortalidad.

La historia mas importante que marcaba como símbolo el relicario era de la Cassandra y Apolo. Un Dios y una nereida. Algo que se consideraba imposible. Un amor que no debía ser. Precisamente Afrodita al ver la magia que había provocado entre esos dos personajes decidió junto con los Titanes del Olimpo a quien entregar los relicarios, solo las personas elegidas y marcadas por los dioses podían usarlo. Así que la instrucción principal de Zeus al entregarlos a las familias elegidas era que debían ser regalados a los primogénitos, así fueran mujer o varón y el destino haría que a los primogénitos elegidos con los dotes de los dioses el mismo relicario los uniría.

El tiempo paso y de los Kostas y Borella no se volvió a saber de “poderes” otorgados por los Dioses. Sin embargo la amistad de las familias prevaleció, hasta el nacimiento de mi padre y el padre de Adrián. Donde comenzó la rivalidad en familia, la historia que mi padre me había contado. El hecho del por que yo no podría estar con Adrián o mas bien el por que el Dr. Borella había impedido que Adrián y yo estuviésemos juntos.

Sin embargo no entendía como había llegado a manos de la mamá de Ángeles. Quizás el padre de el Dr. Adrián no hizo lo correcto, tal vez se lo regalo a su segunda hija para evitar lo que la leyenda decía. Ellos sabían que en algún momento Adrián y yo nos enamoraríamos, aunque aun no estuviéramos concebidos, el mito de la familia lo decía. Pero aun así faltaba una pieza importante, como había llegado el relicario de la Familia Kostas a manos del padre de Ángeles. Estaba segura que esta duda papá me la resolvería y era tiempo, tal vez el destino había jugado conmigo de nuevo, últimamente gracias a él era como me había enterado de todo.

Volví a poner el relicario en el cuello y regrese a casa. Espere a papá sentada en el comedor. Deseaba intensamente que llegara, quería solucionar esta situación ya, no quería mas secretos ni nada. Si realmente esta Familia era especial como mi padre en su momento me lo había dicho, necesitaba saber todo lo “especial” y la historia de los Kostas, nuestras historia ahora si completa. Por que si esos relicarios decían la verdad, si era cierta su historia, Adrián y yo si estábamos hechos el uno para el otro, cada uno con sus dotes otorgados por los dioses, yo el de poner hacer realidad mis deseos mas importantes y él el de ser la única persona que podía leer mis pensamientos.

Al entrar papá a la casa, se quedo mirando fijamente el relicario, su cara no solo representaba asombro, sino también preocupación. Le mire fijamente y le señale la silla.
-Creo que es hora de saber la historia completa- comencé a desabrocharme el relicario.
-¿Cómo diabl…?-tranquilizo su voz-¿Cómo y por quien llego eso a tu mano?-pregunto.
-Creo que la que debe cuestionar soy yo papá- extendí mi mano y se lo mostré-se supone que siempre debió estar conmigo- lo deje en la mesa.
Sus ojos se llenaron de lagrimas. Lo miro y nuevamente volvió a ver mis ojos.
-Así que los Cota han muerto- dijo con voz entrecortada.
-Tu .. ¿Tu conocías a los padres de Ángeles?- eran inconcebible. ¿Cómo se les había ocurrido tenernos a todos en el mismo país si no querían que supiéramos de nosotros? ¿De que se trataba todo eso? ¿Acaso estábamos pagando nosotros errores de nuestros padres?, solo me limite a mirarlo con odio. Todo este tiempo él lo supo. Y me engaño, nunca dijo la historia completa, de hecho intento muchas veces persuadirme y darme a entender que “ese objeto que simbolizaba nuestro amor” no existía, por lo tanto ese mito no se aplicaba de lleno a Adrián y a mi.. Me encontraba llena de sentimientos encontrados de odio, de tristeza. Comencé a llorar, llorar de enojo, de rabia.
-Tranquilízate Meg-dijo mientras tomaba mi mano-los únicos que realmente creían en el mito eran ellos, Ares y Penélope Cota-
-Estoy preparada para escucharla, si esto es una bomba que explote de una vez- le conteste mientras sollozaba y secaba mis lagrimas que parecía que nunca dejaría de salir.

Al pelearse el Dr. Borella y papá, ambos había llegado a la conclusión de que dicha historia de amor no existía. Si bien desde hacia tiempo eso de los dones de los dioses había dejado de surtir efecto en las familias, en la época que vivimos era imposible creerlo. Así que el que cometió el primer error con ese relicario había sido, tal como lo había imaginado, el padre del Dr. Borella, se lo había entregado a su hija, puesto que el mismo Dr. Borella lo consideraba como una ofensa ya que la mujer que el amaba había muerto. Sin embargo no fue un error del todo, al entregárselo a Penélope, ella misma investigo la historia, una historia que sabia que a ella no le pertenecía pero en la cual creía, sabia perfectamente que si el relicario buscaba a los indicados en algún momento llegaría realmente a ellos. Así que con el paso del tiempo Penélope lo utilizo y siguió en contacto con mi padre, a pesar de la rivalidad familiar que había surgido por los primogénitos.

Cuando mi padre supo que su viejo amigo Ares Cota amaba locamente a Penélope Borella. Decidió hacer una reunión para celebrar dicho amor. En esa reunión mi padre observo que ella llevaba el relicario. Así que en dicha reunión decidió con Penélope que ya que ella llevaba el relicario seria una excelente idea que Ares también lo tuviera. La ocasión en que los padres de Ángeles fallecieron, al amigo que había ido a visitar sus padres era a mi padre. Fueron con el simple fin de decirle que Penélope había tenido el sueño de que ambos morirían en un viaje, sueños premonitorios que comenzó a tener desde que los relicarios entraron a la Familia Cota, sueños que siempre se había cumplido y por ende sabia que el viaje seria ese. Solo fueron a decirle que los relicarios realmente tenían un poder y que ese poder no era para ellos. Que los habían dejado con su hija y solo le avisaban para que no le tomare por sorpresa que el relicario de los Borella quedaría con ellos y que probablemente el relicario de los Kostas volvería a sus manos. Que cuando eso sucedería era por que ese sueño que tuvo Penélope realmente se había hecho realidad.

Mi padre lo tomo como broma y estuvo con ellos, tal como ellos se lo habían pedido a él. Celebrando su amistad. Así que el hecho de ver el relicario de nuevo en la familia, dio a papá la noticia de que el sueño de Penélope había sido realidad y de que realmente contenía un fuerte poder. Que el mito era realmente cierto.
-¿Puedo abrir tu relicario?-pregunto mientras lo jugaba en sus manos. Respondí encogiéndome de hombros. Observo la foto con detenimiento. Sonrío y una lagrima rodó por su mejilla.
-Eres tan hermosa como tu madre-dijo mientras me devolvía el relicario.
-Tu sabes que significa lo que tiene grabado en griego?-le pregunte.
-“El destino nos ha unido para siempre”-me miro y sonrío.
-¿Qué pasara ahora?-pregunte dudosa.
-No lo se pequeña- me miro detenidamente- sabes perfectamente que yo no te estoy reteniendo, tu fuiste la que quiso regresar, la solución esta en ti- respondió mientras miraba el relicario.
-Son demasiadas cosas para una joven de 18 años- moví negando con la cabeza- son demasiadas historias que se han convertido en realidad- suspire.
-¿Lo amas Megara? ¿Realmente lo amas?-pregunto papá
-Tanto padre, como para no desear tenerlo a mi lado, sino simplemente que este bien-dije triste.
-Entonces lucha por su amor pequeña-me sonrío.

Lo mire fijamente y corrí a sus brazos. Mi propio padre estaba renunciando a su hija para poder verla feliz. Creía en el mito. Creía en el poder del relicario y si el creía, yo también lo creía. Nuestro destino siempre había sido el estar juntos y nada ni nadie lo impediría. Por que teníamos con nosotros los dotes de los dioses y el relicario que nos unía para siempre.
-De ustedes depende que los Kostas y los Borella no sigamos siendo unos Montesco y Capuleto- me dio un abrazo y beso mi frente-toma las llaves de la camioneta y ve a Xalapa- lo mire con cara de incredulidad-y por favor, desea con mucha fuerza que esta historia de amor no termine en tragedia-.

Tome la primera maleta de ropa que vi en mi habitación a la mano. Antes de subir a la camioneta me despedí con un fuerte abrazo de él.
-Te marcare en cuanto llegue-le di un beso-todo saldrá bien papá, si nuestro destino ya esta escrito, no debes temer nada, los relicarios regresaron a las manos de quienes deberían haber estado desde un principio.-

Prendí la camioneta y comencé mi camino. Tome mi celular y le marque a Ángeles.
-¿Megara?- contesto sorprendida.
-Ángeles necesito un enorme favor- dije presurosa-Voy de regreso a Xalapa-conteste emocionada-
-¿Qué sucede?-contesto preocupada.
-Te marco en cuanto llegue- corte la llamada.

Capitulo 12. Nuestro Destino

Si bien todo lo que había leído me impactaba. No acaba por entender bien las cosas. ¿Adrián y yo teníamos “dones”? ¿Qué clase de “dones”? Éramos unos chicos normales, comunes, sin nada especial mas que nuestro grande amor. Un amor tan grande que estaba escrito en un viejo libro. No comprendía nada. Me levante del comedor con el libro en mano y fui hacia el cuarto de papá.
-Veo que has terminado- me dijo mientras me observaba parada en la puerta y con toda la cara llena de preguntas –siéntate-.

Papá me contó acerca de los Dioses y de los Borella y los Kostas, de nuestros antepasados. Me comento que los Borella también tenia un libro como el nuestro, por que el fin de los Dioses era que en algún momento los Borella y los Kostas se volviesen una sola familia.
-Se supone que traemos la sangre de los Dioses del Olimpo- me dijo mientras se encogía de hombros.
El mito que había leído decía que en algún momento de nuestras vidas los Borella tendrían un primogénito y los Kostas una primogénita, que ambos estarían bendecidos por los dones de los Dioses y que sin esperárselo y llenos de dudas y confusión se enamorarían perdidamente. Un amor que aunque se alejase siempre volvería, por que estarían marcados por una prenda de amor, legado de los Dioses a ambas familias.
-Desde que tengo uso de razón- me miro mi padre y suspiro –tu eres la primera primogénita de la familia Kostas-
Por mi mente pasaban miles de cosas. Si bien muchas cosas coincidían con la historia de amor que Adrián y yo habíamos vivido, no acababa de entender la cuestión de los dones.
-Borella me marco hoy por que … - guardo silencio y analizo lo que me diría –por que dice que Adrián ha comenzado a decir que sabia leer lo que pensabas-
Deje caer el libro y observe a papá sorprendida. Todo comenzó a viajar en mi mente, el momento en que nos conocimos, aquella vez en la cabaña, todos los momentos que pasábamos juntos y como en todos y cada uno de ellos, cuando mas confundida me sentía era cuando Adrián sabia decirme las palabras correctas para evitar esas confusiones. Me acerque a papá y lo mire.
-Lo sabia- afirme a lo que el había dicho –realmente tiene razón, siempre sabia responder a mis pensamientos mas confusos- me senté en la cama, aun me encontraba impactada. Me miro y me abrazo. Beso mi frente.
-Pequeña, ¿te encuentras bien?- me dijo mientras me observaba.
-Solo un poco impactada y sorprendida- le dije mientras volvía en si -¿Cuál se supone que es mi “don”?- le pregunte mientras examinaba mi cuerpo –¿Traspasar paredes? ¿Mover objetos con la mente? ¿Teletransportarme?- pergunte ansiosa. Papa me observada y pronto comenzó a sonreir.
-Tus deseos Meg- me dijo mientras acariciaba mi cabello –ese es tu Don, que se cumplen tus deseos-

Se hizo un gran silencio. Mi cabeza analizaba todo lentamente y recordaba poco a poco las cosas que había deseado con mas fuerza y me daba cuenta como todas y cada una de ellas realmente se había vuelto realidad. Voltee a ver a papá y sonreír. Lo abrace y sin darme cuenta comencé a llorar pero no era un llanto de tristeza, sino de emoción, de felicidad, de saber que Adrián y yo por mas que nos quisieran separar, nunca lo harían, nuestro destino desde el día que nacimos era estar juntos, enamorarnos y estar juntos. Unir a nuestras familias en una sola. Así lo deseaban los Dioses.

Sin embargo de momento todo se vio opacado por una nube oscura. ¿Adrián también sabia esta historia? ¿Por qué el Dr. Borella le había llamado a papá? Algo en esta situación no había salido bien, existía un detalle importante que papá no me había dicho. Solté a papá y lo observe, supo distinguir mi llanto, como de momento había dejado de ser un llanto de alegría para convertirse en algo y la duda que me invadía.
-Me marco por que si es cierto el mito- suspiro y trago saliva –necesita que desees algo con mucha fuerza- me observo de forma seria pero a la vez tan insegura.
-Noooo- le grite –no pienso dejar de desear que amo con todas mis fuerzas Adrián- le dije mientras me levantaba de prisa de la cama –es nuestro destino- observe a papá con furia -¿acaso no lee bien el Dr. Borella? Es nuestro destino el estar juntos- comencé a llorar. Mi papa se levanto y me abrazo.
-Has entendido mal Meg- me dijo al oído –Adrián esta enfermo pequeña- me abrazo con mas fuerza –el Dr. Borella no tiene idea que es lo que le sucede, pero no responde a ningún medicamento-
Y de pronto, todo lo bello de “nuestro destino” se había esfumado, mi castillo creado en las nubes se desvanecía con un fuerte aire que giraba alrededor de él. ¿Nunca íbamos a poder estar juntos? Si el destino nos quería juntos ¿Por qué jugaba así con nuestro amor?

Me encontraba presa por el amor. Una enorme parte de mi quería desear con mucha fuerza que nada ni nadie nos obstaculizara a Adrián y a mi en nuestro amor, cosa que sabia que se cumpliría, como se cumplió cuando mamá se iba, como se cumplió cuando deseaba decirle a papá todo y llego, como se había cumplido el que Adrián me siguiera amando. No obstante ahora debía de pensar en él y no tanto en mi. Debía pensar en nosotros, en nuestras historia, en nuestro amor, nuestro destino juntos. Un paz domino mi cuerpo, debía tomar estas situaciones con madurez, con calma. Me separe de papá y lo observe.
-Dile que lo voy a desear- suspire –que voy a desear con todas mis fuerzas que Adrián no siga enfermo pero con una condición- mire a papá –que una vez que el se encuentre bien, nos dejara vivir nuestro amor-

Mi padre me volvió a abrazar, beso mi frente y se acerco al teléfono. Me quede un poco inquieta observándolo. Solo podía ver como asentaba su cabeza y a todo le decía que si. Me vio y sonrío. El Dr. Borella había aceptado. Olvide todo lo que pensaba y me dedique a ponerle todas mis fuerzas a ese deseo, el deseo de mantener con vida al ser que amaba.

Capitulo 11.Mitos Griegos

Los dias siguieron pasando y yo buscaba la tranquilidad en casa de papá. Había tomado la decisión de tener que esperar a que la misma vida me volviera a poner en el camino de Adrián o bien que lo pusiera a él en mi camino. Parecía que volvía a ser la misma Megara de antes. Una vez a la semana me comunicaba con Ángeles, si bien me había resignado a perder a Adrián, no quería perder la amistad con ella. Hablábamos de todo, menos de él.

De acuerdo a mis buenas notas, papá se había comunicado a la Facultad, para avisar que por motivos personas dejaría la escuela y que volvería el año entrante. Mi padre había hecho un viaje express a Xalapa por mi ropa y algunos accesorios personales. Me dedicaba de lleno a leer y perderme en otras situaciones que no me lo recordaran. Si bien tenia contento a papá por que al parecer todo volvía a la normalidad, por dentro me iba consumiendo poco a poco, cosa a la que me tenia que acostumbrar por que amaba tanto a Adrián que sabia que esto tendría que sufrirlo hasta el momento en que volverla a estar a su lado.

Había ocasiones en la que pensaba si el me estaría esperando como yo lo hacia, por las noches el miedo me invadía. Temía que se encontrara con otra persona y que se diera cuenta que ni el ni yo éramos el uno para el otro pero creo que mi mayor miedo era que yo me quedara estancada con este amor y que cuando lo volviera a ver el ya tuviera una vida feliz. Así que la mayor parte de mis sueños y deseos se avocan a que la llama de este amor siguiera viva y si bien deseaba con todas mis fuerzas que a Adrián no le pasara nada, también deseaba fuertemente que nunca me olvidara y me esperara como yo lo estaba esperando.

Una mañana mientras hablaba por teléfono con mamá, una costumbre que se nos estaba haciendo diaria. Observe en el librero de papá un libro grande y con una paste color roja, algo que me llamo mucho la atención. Al terminar la charla con mamá me subí a un silla y lo baje. Se encontraba lleno de polvo y por como se veía se entendía perfectamente que era un libro demasiado viejo.

Lo observo con detenimiento. No tenia un titulo, de hecho no parecía un libro de algún autor importante. Lo abrí y en la primera hoja decía “Mitos Griegos: Familia Kostas”. Me quede un poco sorprendida e intrigada. Me senté en el sillón y comencé a hojearlo. Venia miles de historias de los Kostas desde hacia años. Historias como que éramos una de las familias elegidas por los Dioses y que todos y cada uno de los Kostas contaba con “Don otorgado”, algo que nos hacia especiales.

Venían historias de todos y de cómo los dones con el paso del tiempo y el dejar de creer en los Dioses se habían perdido. A fin de cuentas solo eran Mitos, un legado familiar supuse. Estaba dispuesta a acomodarlo de nuevo en su lugar, cuando de pronto sonó el teléfono.
-¿Hola?- pregunte al contestar.
-Megara- escuche la voz de Ángeles un poco nerviosa y desesperada.
-Si- conteste tranquila -¿Qué sucede?
-He sabido de él- grito entusiasmada. Por un momento estuve a punto de caer, pero me contuve, solo recargue un poco mi brazo en el librero, la noticia me había impactado, tenia semanas que no sabia que Adrián y en las conversaciones que tenia con Ángeles solo nos limitábamos a hablar de nuestras tristes vidas.
-¿Cómo esta?- le dije nerviosa
-Lo vi saliendo del Hospital hace unos momentos- comento – se veía bien y solo pude saludarlo de lejos, supongo que fue a un chequeo de rutina-
-¿Del Hospital?- pregunte nuevamente aunque ya me había dicho que probablemente seria un chequeo.
-Si, pero no te preocupes- dijo con voz tranquila –realmente se veía bien- se escuchaba su felicidad.
-¿Así que ha vuelto a Xalapa?- pregunte un poco confundida.
-Supongo que si- dijo seria –estoy pensando en la forma de poder ponerme en contacto con él, ya sabes no creo que sea algo sencillo-
-Quizás a estas alturas ya se calmaron las aguas por allá- le dije un poco triste –ya debe de saber toda la Facultad que la genio Kostas no vuelve sino hasta el año entrante- suspire.
-Vamos Meg- me dijo con un poco de entusiasmo -¿acaso no te da gusto saber de él?-
-Claro que me da gusto- respondí un poco triste –es solo que fue como ponerlo un poco de sal y limón a la herida-
-Meg- dijo un poco apresurada –debo colgar, mi tío esta marcando a mi celular y he mantenido muy escondido esta de estar en contacto contigo, no quiero que ahora que Adrián volvió se sepan las cosas- me dijo un poco nerviosa.
-Esta bien Ángeles. Cuídate y si lo ves dile que lo extraño y sigo fuerte en cuanto a mi promesa- suspire y escuche como Ángeles colgaba rápidamente.

Me senté en el sillón y suspire, había sido una noticia muy fuerte para una mañana tranquila. Y sin darme cuenta comencé a sonreír era como si de pronto en un día de lluvia salieran el sol y se viera el arcoiris. Estaba bien, estaba tan cerca y a la vez tan lejos de él. Suspire profundo. Era como si me hubieran quitado un gran peso de encima. Me levante del sillón y tome el libro que había sacado del librero cuando escuche que mi padre había abierto la puerta. Voltee y me vio con el libro en las manos. Su cara de impacto me sorprendió, sin embargo me acerque de forma natural a saludarlo.
-¿A que se debe tan temprano tu visita?- le dije mientras ponía en libro en el comedor y me dirigía a la cocina -¿Quieres algo de desayunar?- le grite desde la cocina.
-Un café por favor pequeña- me dijo y observe desde la cocina como se sentaba en el comedor y comenzaba a hojear el libro.
-¿Por qué nunca me habías dicho que los Kostas “somos descendientes de los Dioses”?- pregunte de manera normal –vaya que tenemos historia- le dije.
-¿Has leído todo?- me pregunto de forma un poco angustiada.
-Solo las primeras hojas- le dije mientras acomodaba su café en el comedor y me sentaba junto a él. Se quedo observando el libro mientras buscaba algo, suspiraba con cada pagina que tomaba. Me miro y sonrío.
-Los griegos tenemos miles de mitos- me dijo mientras agitaba la cucharita del café –muchas cosas que suceden se asocian al destino-
-Si lo sé- le sonreí –
-¿Te percataste del lugar donde este libro había estado?- me pregunto confuso.
-Si papá- le dije de forma burlona –es un libro, lo vi en el librero- me encogí de hombros. Siguió pasando las hojas del libro, se detuvo en una parte y me observo. Acerco el libro hacia a mi y me señalo el titulo, lo observe “El Destino” así se llamaba, alce la mirada y mire a papá un poco confusa.
-¿Me estas intentando decir algo?- le dije
-Pequeña, durante todos estos dias has leído y buscado miles de novelas en ese librero- me dijo señalándolo –no te preguntaste por que hasta ahora viste este libro- me dijo de forma seria. Lo observe y me encogí de hombros.
-Sabes que soy muy despistada- le dije –quizás lo había pasado miles de veces y nunca lo había visto- me miro de nuevo y tomo mi mano.
-Pero bueno …- le dije intentando cambiar el tema –no respondiste a que se debe tu visita tan temprano- le sonreí.
- A él destino pequeña- me miro triste.
-¿Qué pasa papá?- agache mi cabeza para obsérvalo.
-Hoy hable con el Dr. Adrián Borella- me dijo preocupado. De pronto sentí como si me hubiesen bañado con una cubeta de agua helada. Mi cara de sorpresa era inevitable, me levante de la silla y comencé a caminar por el comedor y parte de la sala. Aunque hubiese querido tranquilizarme era inevitable, no podía controlar ni una sola parte de mi cuerpo.
-¿Y?- pregunte mientras seguía dando vueltas -¿Qué tiene que ver todo eso con el libro y tu visita?- intente sonreír aunque no logre nada.
-Adrián ha vuelto a Xalapa- me miro y suspiro. Sonreí, que otra reacción podía haber tenido, sentí una tranquilidad dentro de mi, me esperaba lo peor cuando papá menciono ese nombre pero al escuchar y enterarme de algo que ya sabia todo volvió a la calma, me acerque a él y me volvió a sentar a su lado.
-Lo sabia papá- baje la mirada y me sonroje –Ángeles me marco hace un rato- le dije un poco apenada.

Tomo el libro nuevamente en sus manos y volvió a hojearlo, como buscando algo que necesitaba mostrarme. Se sintió un poco desesperado al no encontrar nada. Llego a un pagina y suspiro de nuevo, me observo, sonrío y movió la cabeza.
-Borella y yo siempre creímos que solo eran mitos- me miro y acerco el libro hacia a mi –lee pequeña- se levanto de su silla y me apretó un hombro con su mano. Yo me sentía confundida, lo mire y abrir la boca, apenas iba a preguntar sobre todo lo que estaba sucediendo pero me interrumpió.
-Cuando termines, prometo contestar todas y cada una de tus dudas- me miro, sonrío y se fue a su habitación.

1.4.09

Capitulo 10. Borella vs Kostas

Me encontraba realmente sorprendida y sumergida en la historia. Como era posible que personas tan diferentes antes hubieran sido grandes amigos. Miraba a papá fijamente. No lo podía creer. El Dr. Borella siempre estuvo conciente de todo y papá también lo estaba.
-¿Así que ambos se enamoraron de la misma mujer?- pregunte sorprendida.
- Yo creía estar enamorado- dijo papá triste.

Toda había sucedido hace años, cuando papá y el Dr. Borella eran jóvenes, precisamente de la edad que tenemos Adrián y yo. Eran grandes amigos, ambos querían convertirse en médicos. Disfrutaban del ultimo verano en Grecia. Tenia planes de viajar a Alemania y estudiar medicina allá, en una de las mejores escuelas. Sin embargo esas vacaciones fueron el parteaguas del odio que ambas familias, a raíz de ellos se tomaría. Había conocido a una linda chica en la playa. Su nombre era Andrómeda. A ambos los había dejado impactados.
-Era realmente hermosa- dijo papá –como una Diosa-

Ambos hacían su lucha por quedar bien con ella. Hasta que una noche entre copas se dio la platica que no esperaban. Se confesaron que los dos querían algo con ella. El Dr. Borella había confesado esa misma noche que él se encontraba enamorado, totalmente enamorado de ella, por lo tanto papá había decidió dejar de lado el intentar algo. Si bien a papá le gustaba no podía sentir lo que el Dr. Borella describía, esas mismas sensaciones extrañas que sentía yo al observar a Adrián. Sin embargo Andrómeda ya había tomado una decisión y a quien quería no era el Dr. Borella.
El Dr. Borella agotaba todos y cada uno de sus intentos por conquistar a Andrómeda, sin ningún resultado positivo. Hasta que un par de noches antes de irse a Alemania, ella decidió confesarle que a quien quería era a papá. El Dr. Borella se lleno de odio por papá. El se encontraba enamorado de ella y mi papá había impedido su felicidad,, pero lo peor de todo tenia el corazón de lo que el mas deseaba en la vida y lo había logrado sin querer y sin esperárselo, Homero Kostas se lo había arrebatado, así como yo le había arrebatado el amor de su hijo, sin pedirle permiso. En ese momento fue como entendí aquello que el Dr. Borella me había dicho en el parque.


Aquella misma noche salio todo furico en busca de papá, iba manejando a toda velocidad mientras Andrómeda intentaba tranquilizarlo, sin lograr su objetivo. Al llegar a la casa de mis abuelos, le grito a papá, si bien se encontraba lleno de furia mi padre no tenia nada que ver, el se había alejado y le había dejado el camino libre, no podía mandar en el corazón de aquella mujer.
-El se encontraba incontrolable- comento mi papá –lleno de furia- nunca esperamos que Andromeda fuese a reaccionar de esa manera- dijo mi papá con voz de tristeza.

La casa de mis abuelos se encontraba en un acantilado que daba una hermosa vista del mar. Andrómeda al ver como golpeaba el Dr. Borella a papá se fue acercando hacia el acantilado. Se subió a la pequeña barda y les grito a ambos que pararan.
-Parecía un ángel- dijo mi padre con voz entrecortada –pero se volvió en un ángel suicida- bajo su mirada y unas lagrimas comenzaron a recorrer sus mejillas.
Al momento en que ambos dejaron de pelear, vieron a Andromeda parada en aquel sitio. Los observo y sonrío. Estiro sus brazos y la brisa del mar le hizo volar sus cabellos, sus largos cabellos ondulados. Papá y el Dr. Borella corrieron así ella, cuando Andromeda vio que se acercaban les envío un beso a ambos, sonrío y se aventó hacia el acantilado.

Cuando llegaron a ese punto había sido demasiado tarde. El amor del Dr. Borella había muerto y a quien hacia responsable de esa muerte era a mi padre. -Después de eso nunca mas volvió a dirigirme la palabra- me miro fijamente –los planes de medicina se borraron y mis padres junto con los de Adrián Borella con el afán de evitar algún altercado en Alemania,


decidieron enviarme a México a estudiar Contaduría- suspiro y miro hacia abajo. Fue una excepte venganza por parte de el Dr. Borella, papá ansiaba desde pequeño como yo ser Médico y sus sueños se había visto frustrados a raíz de la muerte que aquella chica y el corazón roto de quien entonces se era su mejor amigo.

Aquella situación había separado la gran amistad que existía entre los Borella y los Kostas.
-Siempre me ha culpado- dijo mi papa –por un momento realmente pensé que si era culpa mía- comenzó a jugar con sus manos –sin embargo con el paso del tiempo me di cuenta que esa había sido decisión de Andrómeda- me miro tiernamente –temía que tu fueses a tomar una decisión así- tomo mis manos.
Me quede un largo rato en silencio. Si bien yo no había pensado en la idea de un suicidio, me estaba matando con la actitud que tenia, estaba muriendo en vida, muriendo de tristeza y soledad, tal vez Andrómeda lo evito. Quizás no quiso vivir una vida junto a alguien a quien ella no amaba por que sabia perfectamente que si Adrián Borella estaba enamorado de ella, su mejor amigo Homero Kostas nunca tendría otra intención para con ella que no fuera de amistad. Observe mis manos entrelazadas con la de mi padre, lo mire y sonreí.
-Lo estoy haciendo ¿verdad?- nuevamente comenzaron las lagrimas –me estoy matando de dolor- le dije con voz entrecortada.

Continuamos conversando, papá me comento que cuando yo le dije que me llevaba con Adrián se había dado cuenta que en algún momento algo así sucedería, por el odio que el Dr. Borella sigue teniéndole.
-En algún momento, hace unos años, intente ponerme en contacto con él- comento mi padre –ya sabes cuando encontré a tu mamá y suponía que él había encontrado a alguien- dijo de cierta forma alegre –pero cuando supo de mi era como si hubiésemos viajado al pasado- miro hacia sus manos –al parecer el nunca lo superara- me miro.


Ahora entendía claramente todo. El Dr. Borella lo único que tenia era miedo, miedo de que otro Kostas le quitara el amor de su hijo. Si bien me encontraba tranquila, aun así por dentro me hundía un poco mas, por que eso indicaba que tardaría en volver a ver a Adrián, si es que

aun tenia la oportunidad de poder volver a verlo. Sin embargo no entendía. No entendía como el Dr. Borella siendo alguien tan influyente en la Facultad de Medicina me dejase entrar, sabia perfectamente que en un lugar como Xalapa, podía encontrarme con Adrián, conocernos. El pudo haber evitado todo con el simple hecho de no dejarme ingresar.

-Tu lo sabias- le dije seria –sabias que el Dr. Borella era quien dirigía la Facultad- papá bajo la mirada.
-Nunca pensé que tu te fueras a enamorar de su hijo- suspiro.
- Es ilógico- respondí molesta –si ambos lo sabían ¿Por qué diablos forzar a que nos conociéramos?- alce un poco mi voz.
-Nosotros no forzamos nada Meg- dijo papá –eso ya estaba marcado-